Dejar el Mundo Atrás: una inusual reflexión de la felicidad

Hola, cinéfilos. Es normal que en estas fechas, muchos aprovechen el tiempo libre para ponerse al día con lo que el cine tradicional y las plataforma nos ofrecen o algunos se empachen con historias de navidad que les revivan la ilusión de una época tan añorada.

En esta ocasión, no les vengo a recomendar una película típica de navidad. De hecho, no es un film navideño para nada, simplemente es, a mi entender, una buena película. Una buena propuesta, con excelentes actuaciones y con una narrativa muy inquietante. Su nombre: Dejar el mundo atrás, está disponible en Netflix y lleva varias semanas ubicada en el Top 10 (Al menos acá en Venezuela).

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La película está protagonizada por la inigualable Julia Roberts acompañada de los no menos fantásticos Mahershala Ali, Ethan Hawke y Kevin Bacon, esta reseña podría contener spoilers, sin embargo me esforzaré porque así no sea, sin embargo, creo no poder prometerlo.

El argumento podría no ser el más original: la sociedad colapsa al ritmo de acontecimientos desconocidos y es allí donde quiero poner el primer acento en mi recomendación: la narrativa sigue a los personajes, concretamente a la familia conformada por Amanda (Roberts), Clay (Hawke) y sus dos hijos adolescentes que decidieron tomarse unos días de vacaciones para huir de la agotadora rutina en la gran ciudad, para ello rentan una casa hermosa en las afueras, en un sitio de playa y todo parecía estar muy bien hasta que un extraño acontecimiento en la playa les alarmó un poco. Esa noche reciben la extraña visita de George (Ali) y su hija quienes se presentan como los propietarios de la casa, pidiendo refugio por una noche porque algo extraño pasa en la ciudad, hay apagones, cortes en las carreteras de acceso, no hay internet ni telefonía.

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Esto parece una excusa y hay elementos que hacen ver que algo malo va a pasar, sin embargo, creo que esta es la primera bocanada de suspenso y tensión que la película nos ofrece, porque otro elemento que debo destacar es la intriga, la tensión, la incertidumbre que la manejan tan bien que la narrativa de la cinta es totalmente terrorífica, es imposible quitar la mirada de la pantalla porque el espectador presiente que si lo hace perderá algún detalle.

Este ambiente se potencia con la falta de información concreta acerca de lo que está pasando. Nadie sabe nada y no hay forma de enterarse, por tanto, todo es posible. Entre fallas en los sistemas de navegación de aviones y barcos, ataques sónicos, desorden en el comportamiento de la fauna silvestre, aparente propaganda terrorista, la hija menor de la pareja protagónica reclama que ante este caos no puede ver su serie preferida. Lo cual en un momento en el que el mundo parece que se va al garete, se antoja bastante irrelevante, pero la chica menciona en algún momento que alguien le cuestiona su obsesión con el programa "es mi lugar feliz" y sólo le faltaba ver el último episodio.

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La película aborda varios temas de soslayo. La confianza, algo de geopolítica, la dependencia de la tecnología, la confianza que depositamos no en las personas, sino en el teléfono móvil, lo inútil que se es en el mundo actual sin internet y teléfonos, la farsa que nos vendieron de que la tecnología nos libera y acaba haciéndonos prisioneros de esos recursos, incluso para manejar el dinero propio.

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Entonces, cuando ya nada parece tener sentido, cuando no hay cabida para la esperanza, cuando el caos es la normalidad, la única forma de dejar el mundo atrás es buscando el "lugar feliz", el lugar donde todo es perfecto y donde la realidad es la ficción, quizás parezca una técnica cobarde de evasión consciente de la responsabilidad de afrontar los problemas, pero en realidad es un mecanismo de defensa para conectar con la emocionalidad, con el yo interior perturbado con el exterior, que requiere sosiego para seguir adelante, que necesita una pausa para continuar o para aceptar lo que no se puede cambiar y si el destino parece cruel e irreversible ¿Quien puede juzgar a aquel que tenga el valor de ser feliz en el caos? ¿Quién dice que todos deben vivir el fin con angustia y sufrimiento? ¿Por qué no es más sano retraerse del mundo cuando ya no hay nada qué hacer y sonreír con las cosas que nos hacían la ilusión de que todo en el mundo puede ser bonito? Es quizás eso, lo que hace que no muera la esperanza... y siempre he escuchado, que la esperanza es lo último que se pierde...

Una película para la reflexión, para el disfrute y para la emoción. No les dejará indiferente, puede que les guste y puede que no, ciertamente te deja con más preguntas que respuestas, pero, esa es una forma de que la película continúe en nuestros pensamientos y nos obligue a concientizar cosas ¿No es así? Tal vez si, tal vez no. Lo cierto que es una propuesta que no pasará desapercibida.

Muy recomendada...