...Y empieza la guerra de los dragones [Análisis del cuarto episodio de la segunda temporada de La Casa del Dragón]

El cuarto episodio de #LaCasaDelDragón ya está disponible y aunque es el episodio más corto hasta el momento, es el que más tela nos ha dado para cortar.

El capítulo es tenso, es místico, es misterioso y el director trabaja muy bien el suspenso... En el trabajo de generar en el espectador la sensación de que algo va a pasar y no saber cuándo. Y así se sienten altibajos en esa tensión. Hay intrigas palaciegas, el juego constante en que ha entrado Daemon desde que llegó a Harrenhall entre la culpa, sus deseos y ambiciones que lo mantienen alejado de su propósito primigenio.

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Deliberadamente se obvia la voluntad del usurpador. Aemond y Cole han pactado estrategias para la guerra al margen del Consejo Verde y La Reina Viuda y aunque el episodio es bélico, nos permite seguir ahondando en la psicología de los personajes. En el seno de los verdes hay una verdad que ahora parece palpable para todos: Rhaenyra está mejor dotada para el trono que su medio hermano, así lo deja claro el Gran Maestre en su conversación con Alicent que sabe que la sangre de medio reino estará en sus manos gracias a su ambición.

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Precisamente la Reina Viuda, sufre las consecuencias de sus pecaminosas pasiones con el Lord Comandante de la Guardia Real y se está provocando un aborto, la serie sigue profundizando en la hipocresía de un personaje que inició como un bastión de la justicia y el deber y que ahora se ha develado como una mujer frustrada, reprimida, envidiosa y completamente incapaz de empatizar ni siquiera con sus propios hijos, hay un caso casi extremo: el de su relación con su hijo mayor... Existe en ella un verdadero rechazo hacía él y Aegon sigue en su línea de ser encantadoramente inmaduro y se tropieza con la realidad absoluta que la corona no lo dota de poder. Busca validación y la validación lo pone al borde de la muerte en un acto que sin duda es la mayor ganancia de los Negros hasta ahora en la guerra. Aegon buscaba probarse que es un buen rey (la verdad es que siempre ha hecho un esfuerzo por serlo), que es valiente y que su madre no se equivocó en hacer "todos los sacrificios que hizo" por ponerlo en el trono. Un acto de valentía en la guerra, tal vez le devolvería un poco de respeto que el Consejo le debe a Su Majestad.

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Por otro lado Aemond Targaryen, es quizás el más peligroso de todos, es un niño envidioso y segundo hijo, con dotes maravillosas para el combate y el gobierno que ve con celos que el honor de ser rey no le pertenece. Su crianza y su posición en la línea de sucesión, ademas de su infancia difícil lo han dotado de un resentimiento que lo hace imposible empatizar más que consigo mismo y su deseo de ser el hombre que su hermano no puede ser, el que haya montado al Dragón más grande del mundo, es bien evidente que no le bastó. Es simplemente otro niño malcriado con un arma de destrucción masiva.

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Del bando donde reposa la legitimidad, hay desesperación, El Príncipe Jacaerys Velaryon quiere marchar a la guerra y está ofuscado con el avance de las tropas de los verdes, es impulsivo y está enojado por la pasividad de su madre ante los acontecimientos adversos que han sufrido y así se lo hace saber a la Reina.

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Hay un avance poco convencional e irracional de un ejercito que está conquistando espacios en las Tierras de la Corona, Rhaenyra decide tomar el control del contraataque con su Dragona pero al final La Princesa Rhaenys Tragaryen decide asumir el mando, total, tenía el tercer dragón más grande del mundo y tanto ella como su montura tenían experiencia en batallas ¿Qué podría salir mal?

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Lo que se sucede aquí es una batalla cuya tensión va escalando, una música sosegada pero incluso siniestra anticipaba una de las batallas más brutales que podríamos ver. Es una secuencia que es cine, con un sentimentalismo implícito que nos prepara para un desenlace épico, la primera muestra de la brutalidad de la guerra a gran escala, lo que los caprichos y la mala sangre inculcada en los corazones es capaz de lograr. Un desarrollo genial de la acción, con una batalla en tierra muy bien desarrollada pero que palidece con la espectacularidad visual de lo que ocurre en el aire.

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Un rey (usurpador, pero rey) imprudente, deseoso de gloria, de validación, de reconocimiento, embriagado no sólo de licor sino de grandeza llega a un campo de batalla preparado para una emboscada. Las bajas son numerosas, pero aunque los negros pierden un Dragón y una lidereza, su mayor ganancia es que los verdes pierden a su "Rey" y un dragón menos en su bando.

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Cobra importancia varias cosas:

1. La inacción de Rhaenys al no quemar a los verdes cuando tuvo oportunidad.
2. La espera de Rhaenyra en buscar la paz mientras el enemigo se hacía con ejercitos atacando casas leales a los negros y que no contaron con la defensa de su reina.
3. La proposición de Daemon de matar a Vhagar.

Es impresionante como en este universo se han creado personajes tan ricos. Yo particularmente creo que los femeninos han sido los mejores que se han escrito y para ello un pequeño recuento: Daenerys, Rhaenys (La reina que nunca fue), Cersei, Alicent, Rhaenyra, Haelena, Arya, Aemma, Margeary, Ollena Tyrell, Ellaria Sand, Catelyn Stark, Brienne de Tarth, Missandei, Mellissandre, Sansa, entre otras.

Otro capítulo para el recuerdo. Otro memorable episodio en este hermosísimo universo. Eso es cine, sin duda...