MOVIE REVIEW: “Last Night in Soho” (2021)
Synopsis: A young woman passionate about fashion design has the dream of studying at a university in London, but, once living in the city, she mysteriously manages to return to the 60s of that place, thus developing a strange connection with Sandie, a young woman aspiring singer who hides some mysteries.
Inserting characters into movies and making the audience care about them in some way is one of the most constant challenges for screenwriters and directors, because it is necessary to do this in a naturally intriguing and creative way (especially in specific genres such as suspense). In the case of this movie, this task of each is quite efficient, because the behavioral duality between the protagonists Eloise and Sandie is very well developed (to a certain extent), even though the script is unable to sustain its full power until its final act (where is your biggest mistake).
One of young (and dreamy) Eloise's biggest wishes is to graduate in fashion design at university. In pursuit of this goal she then moves to the city of London after getting a scholarship, but upon arriving there she develops a strange connection with Sandie, an aspiring singer from the 60s who manages to “teleport” her to that decade, which, by the way, she loves. The beginning of the movie works very well with the transition from “country girl” to “cool girl from the big city”, and as she becomes involved by Sandie, the suspense increases a lot.
The development of the script takes place in the midst of parallel universes at a very attractive pace. In this case, the art direction did an incredible job in bringing back London in the 60s, with visual nuances and high quality sets. In fact, the entire technical aspect of this movie is a real delight, because in addition to what I just mentioned, the photography, lighting, costumes (which are refined) and especially the soundtrack (which ends up playing an essential role in the plot because some scenes revolve around them a lot).
It is no coincidence that the audience moves between the 60s and modern times with remarkable fluidity and it is precisely in these moments that the movie shines in all its splendor. Initially, Eloise can't realize how fascinated she is with Sandie and the life she lives, but when all this starts to get strange and bring complications to her life in the real world, she soon realizes that there is something of strangeness hanging in the air. Thus, she begins an investigative journey to discover the mystery behind this unusual (and unexpected) connection.
The much-dreamed-of London of the 60s begins to “swallow” Eloise into a dizzying nightmare, and this brings the audience to an imminent feeling of urgency about the whole situation. Increasingly immersed in something violent, Eloise has no idea what is happening, but little by little she puts the pieces of the puzzle together. The main plot twist of this movie is something very intense, and something that rekindles essential debates about exploitation and violence within the artistic world that became so famous in past decades and that seem to be repeating themselves (in a camouflaged way) today.
Thomasin McKenzie, Anya Taylor-Joy and Matt Smith bring their characters to life with a relatively complex construction. McKenzie is a mix of courage and hesitation (but it particularly bothered me a lot in the moments when she insisted on widening her eyes to convey a more obvious sense of fear), Taylor-Joy is the sexy embodiment of a fearless girl with a penetrating gaze, while Smith is strangely captivating and at the same time subversive in his proposal within the plot. A team with an undeniable quality of performance.
In addition to directing this movie with almost surgical precision, Edgar Wright also helped write it and it's really a shame that its conclusion is so small compared to what it could have been. It's not a bad ending or anything close to it, it's just not as ambitious as the script makes you think throughout the entire movie. The “simplicity” of the third act (including in terms of physical action) is disappointing, because there really was potential to create something much more impactful than just a few scenes that mix supernatural aspects with psychological aspects.
Last Night in Soho is, in fact, a good movie (it is worth mentioning here that there are sophisticated camera movements that manage to create a very provocative set of images in some scenes). On the other hand, even so, it remains a project that gets lost in the message it wants to deliver to the public, and this becomes very clear in the development of its third act. Not to mention the fact of his creative exaggerations, which oscillate between something very assertive, and sometimes very repetitive, showing a loss of control that turns things into something implausible.
Sinopsis: Una joven apasionada por el diseño de moda tiene el sueño de estudiar en una universidad de Londres, pero, una vez viviendo en la ciudad, misteriosamente logra regresar a los años 60 de aquel lugar, desarrollando así una extraña conexión con Sandie, una joven Mujer aspirante a cantante que esconde algunos misterios.
Insertar personajes en las películas y lograr que el público se interese por ellos de alguna manera es uno de los desafíos más constantes para guionistas y directores, porque es necesario hacerlo de una manera naturalmente intrigante y creativa (especialmente en géneros específicos como el suspenso). En el caso de esta película, esta tarea de cada uno es bastante eficiente, porque la dualidad conductual entre las protagonistas Eloise y Sandie está muy bien desarrollada (hasta cierto punto), aunque el guión no logra sostener toda su potencia hasta su final. actuar (dónde está tu mayor error).
Uno de los mayores deseos de la joven (y soñadora) Eloise es graduarse en diseño de moda en la universidad. En pos de este objetivo se traslada luego a la ciudad de Londres tras conseguir una beca, pero al llegar allí entabla una extraña conexión con Sandie, una aspirante a cantante de los años 60 que logra “teletransportarla” a esa década, que, por cierto, ella ama. El comienzo de la película funciona muy bien con la transición de “chica de campo” a “chica cool de la gran ciudad”, y a medida que Sandie la involucra, el suspenso aumenta mucho.
El desarrollo del guion se desarrolla en medio de universos paralelos a un ritmo muy atractivo. En este caso, la dirección de arte hizo un trabajo increíble al traer de vuelta el Londres de los años 60, con matices visuales y decorados de gran calidad. De hecho, todo el aspecto técnico de esta película es una auténtica delicia, porque además de lo que acabo de comentar, la fotografía, la iluminación, el vestuario (que está depurado) y sobre todo la banda sonora (que acaba jugando un papel esencial en la trama porque algunas escenas giran mucho en torno a ellos).
No es casualidad que el público se mueva entre los años 60 y la época moderna con notable fluidez y es precisamente en estos momentos donde la película brilla en todo su esplendor. Inicialmente, Eloise no puede darse cuenta de lo fascinada que está con Sandie y la vida que lleva, pero cuando todo esto comienza a volverse extraño y traer complicaciones a su vida en el mundo real, pronto se da cuenta de que hay algo extraño flotando en el aire. Así, inicia un viaje de investigación para descubrir el misterio detrás de esta inusual (e inesperada) conexión.
El tan soñado Londres de los años 60 comienza a "tragarse" a Eloise en una pesadilla vertiginosa, y esto lleva al público a un inminente sentimiento de urgencia sobre toda la situación. Cada vez más inmersa en algo violento, Eloise no tiene idea de lo que está pasando, pero poco a poco va juntando las piezas del rompecabezas. El plot twist principal de esta película es algo muy intenso, y algo que reaviva debates esenciales sobre la explotación y la violencia dentro del mundo artístico que tan famosos se hicieron en décadas pasadas y que parecen repetirse (de forma camuflada) hoy.
Thomasin McKenzie, Anya Taylor-Joy y Matt Smith dan vida a sus personajes con una construcción relativamente compleja. McKenzie es una mezcla de coraje y vacilación (pero particularmente me molestó mucho en los momentos en que insistía en abrir mucho los ojos para transmitir una sensación de miedo más obvia), Taylor-Joy es la encarnación sexy de una chica intrépida con una penetrante mirada, mientras que Smith resulta extrañamente cautivador y a la vez subversivo en su propuesta dentro de la trama. Un equipo con una calidad de rendimiento innegable.
Además de dirigir esta película con una precisión casi quirúrgica, Edgar Wright también ayudó a escribirla y es realmente una pena que su conclusión sea tan pequeña en comparación con lo que podría haber sido. No es un mal final ni nada parecido, simplemente no es tan ambicioso como te hace pensar el guión a lo largo de toda la película. La “simplicidad” del tercer acto (incluso en términos de acción física) es decepcionante, porque realmente había potencial para crear algo mucho más impactante que unas pocas escenas que mezclan aspectos sobrenaturales con aspectos psicológicos.
Última noche en el Soho es, de hecho, una buena película (cabe mencionar aquí que hay movimientos de cámara sofisticados que logran crear un conjunto de imágenes muy provocativo en algunas escenas). Por otro lado, aun así, sigue siendo un proyecto que se pierde en el mensaje que quiere transmitir al público, y esto queda muy claro en el desarrollo de su tercer acto. Por no hablar de sus exageraciones creativas, que oscilan entre algo muy asertivo, y en ocasiones muy repetitivo, mostrando una pérdida de control que convierte las cosas en algo inverosímil.
Sinopse: Uma jovem apaixonada por design de moda tem o sonho de estudar em uma universidade de Londres, mas, uma vez morando na cidade, ela misteriosamente consegue voltar para a década de 60 daquele lugar, desenvolvendo assim uma estranha conexão com Sandie, uma jovem aspirante à cantora que esconde alguns mistérios.
Inserir personagens nos filmes e fazer com que o público de alguma forma se importe com eles é um dos desafios mais constantes para os roteiristas e para os diretores, porque é preciso fazer isso de uma maneira naturalmente intrigante e criativa (especialmente em gêneros específicos como o suspense). No caso deste filme, essa tarefa de cada é bastante eficiente, porque a dualidade comportamental entre as protagonistas Eloise e Sandie é muito bem desenvolvida (até certo ponto), ainda que o roteiro não consiga sustentar todo seu poder até o seu ato final (onde está o seu maior erro).
Um dos maiores desejos da jovem (e sonhadora) Eloise é se formar em design de moda na universidade. Em busca desse objetivo ela então se muda para à cidade de Londres após conseguir uma bolsa de estudos, mas ao chegar lá ela desenvolve uma estranha conexão com Sandie, uma aspirante a cantora dos anos 60 que consegue “teletransportá-la” para aquela década, que aliás, ela adora. O início do filme trabalha muito bem a transição de “garota interiorana” para “garota decolada da cidade grande”, e à medida em que ela vai sendo envolvida por Sandie, o suspense aumenta muito.
O desenvolvimento do roteiro vai acontecendo em meio a universos paralelos dentro de um ritmo bem atrativo. Neste caso, à direção de arte fez um trabalho incrível ao remontar a Londres dos anos 60, com nuances visuais e cenários de altíssima qualidade. Aliás, toda à parte técnica deste filme é um verdadeiro deleite, porque além do que eu acabei de mencionar, também merecem aplausos para a fotografia, a iluminação, o figurino (que é refinado) e principalmente a trilha sonora (que acaba exercendo um papel essencial na trama porque algumas cenas orbitam muito em torno delas).
Não por acaso, o público transita entre a década de 60 e o tempo moderno com uma fluidez notável e é precisamente nestes momentos em que o filme brilha em todo o seu esplendor. Inicialmente, Eloise não consegue se dar conta do quão fascinada ela está em relação a Sandie e à vida que ela vive, mas quando tudo isso começa a se tornar estranho e trazer complicações para à vida dela no mundo real, ela logo percebe que há algo de estranho pairando no ar. Assim, ela começa uma jornada investigativa para descobrir qual é o mistério por trás dessa inusitada (e inesperada) conexão.
A tão sonhada Londres dos anos 60 começa a “tragar” Eloise para um pesadelo atordoante, e isso traz para o público à sensação iminente de urgência sobre toda aquela situação. Cada vez mais imersa dentro de algo violento, Eloise não faz ideia do que está acontecendo, mas aos poucos vai juntando as peças do quebra-cabeças. O plot twist principal deste filme é algo muito intenso, e algo que reacende debates essenciais sobre exploração e violência dentro do meio artístico que se tornaram tão famosos em décadas passadas e que parecem estar se repetindo (de maneira camuflada) hoje em dia.
Thomasin McKenzie, Anya Taylor-Joy e Matt Smith dão vida aos seus personagens com uma construção relativamente complexa. McKenzie é uma mistura de coragem com hesitação (mas que particularmente me incomodou bastante nos momentos em que ela insistia em arregalar os olhos para transmitir uma sensação mais evidente de medo), Taylor-Joy é à personificação sexy de uma garota destemida com olhar penetrante, enquanto Smith é estranhamente cativante e ao mesmo tempo subversivo em sua proposta dentro da trama. Um time com uma qualidade de atuação incontestável.
Além de dirigir este filme com uma precisão quase cirúrgica, Edgar Wright também ajudou a escrevê-lo e é realmente uma pena que à sua conclusão seja algo tão pequeno em relação ao que poderia ter sido. Não se trata de um final ruim ou nada perto disso, só não é algo tão ambicioso como o roteiro te faz pensar durante o filme inteiro. A “simplicidade” do terceiro ato (inclusive em termos de ação física) é decepcionante, porque realmente havia potencial para criar algo muito mais impactante do que apenas algumas cenas que mesclam aspectos sobrenaturais com aspectos psicológicos.
*Noite Passada em Soho é, de fato, um bom filme (vale mencionar aqui há movimentações sofisticadas de câmeras que conseguem criar um conjunto de imagens bastante provocativo em algumas cenas). Por outro lado, mesmo assim se mantém como um projeto que se perde na própria mensagem que quer entregar ao público, e isso fica muito claro no desenvolvimento do seu terceiro ato. Sem mencionar o fato dos seus exageros criativos, que oscilam entre algo bem assertivo, e às vezes muito repetitivo, evidenciando uma perda de controle que tornam as coisas em algo inverossímil.
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Last Night in Soho is genius for most of the film, although I somewhat agree that it falls off in the final act.
Wright again does a great job as well as his two leads; the character played by Anya is great and I'm one of those who hopes that a sequel can be developed at some point.
Your review made me want to watch it again, I plan on watching movies I've already reviewed and try to get another perspective or create a new opinion.
The movie, even with its flaws, is still far above average.
We are on the same boat here, but unfortunately, I think the chances of this happening are very remote.