La Naranja de Arrakis (Es-En)

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Casi un año después ahí estábamos, el calor de aquel lugar era tan hondo qué parecía sin dudas estábamos en Arrakis. Sea como fuera la emoción entre los presentes era una cosa palpable, por fin la peña de cine había vuelto.

Los que como yo habíamos llegado justo a tiempo vivimos algo increíble tal vez la única cola multitudinaria sin disputas que se había visto en Santiago hace mucho tiempo, era como si todos estuvieran a punto de entrar a un lugar casi sangrando. En cierta medida, así lo era la “Naranja Mecánica" era uno de los poquísimos espacios qué pudo acercar realmente a los jóvenes al misticismo del séptimo arte. Al entrar la oscuridad ya se sería sobre las butacas. La gente se acomodaba y tras los cortos por fin dio inicio.

Dune 2, sin dudas una copia pirata claro, pero de las buenas, de esas que no se filtran hasta unos cuantos meses después. Muchos ya la habían visto, pero que importaba la gran pantalla como un foco multitudinario, una experiencia colectiva, casi litúrgica para los presentes, todos tenían que estar ahí, a pesar del calor. Eso si el calor alguna razón que por cosas del azar iba acorde con la temática del filme, la climatización no funcionaba. Algunos pensaron que fue el precio a pagar debido a la situación energética del país, pero a esa hora poco importaba, la mayoría estaban sumidos en el miedo o la adoración que suscitaba Paul muad'dib atreides.

Lo más sorprendente que más allá de la gente huyendo de los abrigos que habían cargado de forma inútil esa tarde no se dio ninguna otra rareza de las que la peña nos tenía acostumbrados siempre que se realizaba semanalmente. El silencio de los presentes, el ambiente, los planos deslumbrantes, incluso la complicidad. Aquello era una obra de arte proyectada frente a otra obra de arte. Al acabar los aplausos invadieron la sala tanto de los que habían disfrutado cada segundo, como de los que hacían comparaciones con los libros o los que no habían entendido nada, todos se sabían asistentes a un evento trascendental.

Al salir aquel muchacho flacucho qué dirigía la peña junto a su tribu, comento que había sido cosa de la gente del Cine aquella incidencia “climática”, pero que a pesar de eso prometía hacer mínimo la peña una vez al mes independencia de cualquier dificultad ya fuera en el Rialto oe otro lugar. Nosotros le seguiríamos donde fuera, convencidos que el Lisan Al Gaib nos llevaría al paraíso.

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Almost a year later, there we were, the heat of that place was so intense that it seemed without a doubt we were in Arrakis. Nevertheless, the excitement among those present was a palpable thing, finally the movie club had returned.

Those of us who had arrived just in time experienced something amazing, perhaps the only massive, dispute-free line that had been seen in Santiago for a long time, it was as if everyone was about to enter a place almost bleeding. To a certain extent, that was the case; "A Clockwork Orange" was one of the very few spaces that could truly bring young people closer to the mysticism of the seventh art. As darkness fell upon the seats upon entering, people settled in and after the trailers, it finally began.

Dune 2, undoubtedly a clear pirated copy, but a good one, one that wouldn't leak out for a few more months. Many had already seen it, but what did it matter, the big screen was like a focal point for the masses, a collective, almost liturgical experience for those present, everyone had to be there, despite the heat. And indeed, the heat, for some reason that by chance was in line with the theme of the film, the air conditioning wasn't working. Some thought it was the price to pay due to the country's energy situation, but at that time, few cared, most were immersed in the fear or adoration that Paul Muad'dib Atreides inspired.

The most surprising thing was that beyond people running away from the jackets they had unnecessarily carried that afternoon, no other strangeness that the movie club had accustomed us to every weekly gathering occurred. The silence of those present, the atmosphere, the dazzling shots, even the complicity. It was a work of art projected in front of another work of art. When it ended, applause filled the room from those who had enjoyed every second, to those making comparisons with the books or those who hadn't understood anything, they all knew they had attended a transcendental event.

When that skinny boy who led the movie club with his tribe came out, he mentioned that the "climatic" incident was due to the cinema staff, but despite that, he promised to hold the movie club at least once a month regardless of any difficulty, whether it be at the Rialto or elsewhere. We would follow him wherever, convinced that the Lisan Al Gaib would lead us to paradise.

Translated and formatted with Hive Translator by @noakmilo.



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